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16/Ago/2023

El corazón es el motor de nuestro cuerpo, el órgano que bombea la sangre y el oxígeno a todos los tejidos y órganos. Por eso, cuidar el corazón es fundamental para prevenir y combatir las enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de muerte en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, cada año mueren más personas por enfermedades cardiovasculares que por cualquier otra causa.

¿Qué podemos hacer para cuidar nuestro corazón? Además de evitar el tabaco, el alcohol, el estrés y el sedentarismo, una de las claves es seguir una alimentación saludable para el corazón. Una alimentación que nos aporte los nutrientes esenciales, que nos ayude a controlar el peso, el colesterol, la presión arterial y la glucosa, y que nos proteja de la inflamación y los radicales libres.

¿En qué consiste una alimentación saludable para el corazón? No se trata de seguir una dieta estricta o aburrida, sino de elegir los alimentos más beneficiosos para nuestro sistema cardiovascular y limitar o evitar los que pueden dañarlo. A continuación te damos algunos consejos y ejemplos de alimentos saludables para el corazón:

  • Consume más frutas y verduras. Son fuentes de vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra, que ayudan a prevenir la aterosclerosis, la hipertensión, la diabetes y el sobrepeso. Además, son bajas en calorías y sodio, y aportan sabor y color a tus platos. Se recomienda consumir al menos 5 porciones al día de frutas y verduras frescas, preferiblemente de temporada y ecológicas.
  • Elige cereales integrales. Los cereales integrales, como el arroz, la avena, el trigo o la quinoa, contienen más fibra, vitaminas y minerales que los cereales refinados, como el pan blanco o las pastas. La fibra ayuda a reducir el colesterol y el azúcar en sangre, y aporta saciedad. Los cereales integrales también contienen fitoquímicos que pueden tener efectos protectores sobre el corazón.
  • Incluye legumbres en tu dieta. Las legumbres, como las lentejas, los garbanzos, las alubias o la soja, son alimentos ricos en proteínas vegetales, fibra, hierro, ácido fólico y otros nutrientes que benefician al corazón. Las legumbres ayudan a regular el colesterol, la presión arterial y la glucosa, y previenen la anemia. Se recomienda consumir al menos 3 veces por semana legumbres cocinadas con poca grasa y sal.
  • Prefiere las grasas saludables. No todas las grasas son iguales. Algunas grasas pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como las grasas saturadas (presentes en la carne roja, los lácteos enteros o la mantequilla) y las grasas trans (presentes en los alimentos procesados o fritos). Otras grasas pueden tener efectos beneficiosos para el corazón, como las grasas monoinsaturadas (presentes en el aceite de oliva, los frutos secos o el aguacate) y las grasas poliinsaturadas (presentes en el pescado azul, las semillas o los aceites vegetales). Se recomienda consumir con moderación las grasas saludables y evitar o limitar las grasas no saludables.
  • Reduce el consumo de sal. La sal es uno de los principales factores que contribuyen a la hipertensión arterial, que es un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares. La sal también puede favorecer la retención de líquidos y el edema. Se recomienda consumir menos de 5 gramos de sal al día (una cucharadita), y sustituir la sal por especias, hierbas aromáticas o limón para dar sabor a los alimentos.
  • Limita el consumo de azúcar. El azúcar es una fuente de calorías vacías que no aporta ningún nutriente esencial. El exceso de azúcar puede provocar obesidad, diabetes tipo 2, caries y otras enfermedades. El azúcar se encuentra en los dulces, los refrescos, los zumos, los cereales azucarados, los postres y muchos alimentos procesados. Se recomienda consumir menos de 25 gramos de azúcar al día (6 cucharaditas), y optar por el agua, la fruta fresca o los edulcorantes naturales como la stevia o la miel.
  • Bebe con moderación. El alcohol es una sustancia que puede tener efectos tanto positivos como negativos sobre el corazón. Por un lado, el alcohol puede aumentar el colesterol bueno (HDL), relajar las arterias y prevenir la formación de coágulos. Por otro lado, el alcohol puede aumentar el colesterol malo (LDL), la presión arterial, el peso y el riesgo de arritmias. Se recomienda consumir con moderación el alcohol, preferiblemente vino tinto, y no superar los 2 vasos al día para los hombres y 1 vaso al día para las mujeres.

Siguiendo estos consejos, podrás disfrutar de una alimentación saludable para el corazón, que te ayudará a prevenir y combatir las enfermedades cardiovasculares. Recuerda que la alimentación es solo uno de los aspectos que influyen en la salud del corazón, y que también es importante hacer ejercicio regularmente, controlar el estrés, dormir bien y visitar al médico periódicamente. Tu corazón te lo agradecerá.


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16/Ago/2023

El mes del corazón es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de cuidar nuestro órgano vital, que nos permite vivir y sentir. Uno de los hábitos más perjudiciales para la salud del corazón es fumar cigarrillos, que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, como infartos, angina de pecho, arritmias y trombosis.

Fumar cigarrillos daña las arterias, endureciéndolas y estrechándolas, lo que dificulta el paso de la sangre y el oxígeno al corazón. Además, el humo del tabaco contiene monóxido de carbono, una sustancia tóxica que reduce la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre. Esto hace que el corazón tenga que trabajar más para compensar la falta de oxígeno, lo que eleva la presión arterial y la frecuencia cardíaca.

Dejar de fumar es una de las mejores decisiones que podemos tomar para proteger nuestro corazón y nuestra salud en general. Los beneficios son inmediatos y a largo plazo, tanto para los fumadores como para las personas que conviven con ellos y están expuestas al humo de segunda mano.

Algunos de los beneficios de dejar de fumar para el corazón son:

  • A los 20 minutos, disminuye el ritmo cardíaco y baja la tensión arterial.
  • Dentro de las 12 horas siguientes, el nivel de monóxido de carbono en sangre disminuye hasta valores normales.
  • Después de 2-12 semanas, mejora la circulación sanguínea y aumenta la función pulmonar.
  • En 1 año, el riesgo de cardiopatía coronaria es un 50% inferior al de un fumador.
  • En 5 años, el riesgo de accidente cerebrovascular corresponde al de un no fumador entre 5 y 15 años después de dejar de fumar.
  • En 10 años, el riesgo de cáncer de pulmón disminuye hasta ser el 50% del de un fumador, y disminuye también el riesgo de cáncer de boca, de garganta, de esófago, de vejiga y de páncreas.
  • En 15 años, el riesgo de cardiopatía coronaria es el de un no fumador.
Dejar de fumar también tiene otros beneficios para la salud, como reducir la probabilidad de sufrir impotencia, tener dificultades para quedarse embarazada, tener partos prematuros, hijos con insuficiencia ponderal al nacer o abortos. Además, mejora la calidad de vida, al disminuir la tos y la dificultad para respirar, aumentar el sentido del gusto y del olfato, mejorar el aspecto físico y ahorrar dinero.

Sabemos que dejar de fumar no es fácil, pero tampoco es imposible. Hay muchos recursos disponibles para ayudarnos a lograrlo, como programas y productos que nos ofrecen apoyo médico y psicológico. También podemos contar con el apoyo de nuestra familia y amigos, que nos animarán y motivarán en este proceso. Lo importante es tener claro nuestro objetivo y los beneficios que obtendremos al alcanzarlo.

En este mes del corazón, te invitamos a que te plantees dejar de fumar como un regalo para tu salud y la de tus seres queridos. Recuerda que nunca es tarde para empezar a cuidar tu corazón. Si necesitas más información o ayuda para dejar de fumar, puedes consultar los siguientes sitios web:

¡Te deseamos mucho éxito en tu camino hacia una vida libre de humo!


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03/Jul/2023

El psicólogo es un profesional de la salud mental que puede ayudarnos a mejorar nuestro bienestar emocional, a resolver problemas personales, a afrontar situaciones difíciles o a desarrollar nuestro potencial. Sin embargo, muchas veces no sabemos cuándo acudir a su consulta o tenemos miedo de hacerlo. En este artículo te damos algunas claves para saber cuándo ir al psicólogo y cómo puede beneficiarte.

– Si sientes que algo te supera: Todos pasamos por momentos de estrés, ansiedad, tristeza, enfado o frustración en nuestra vida. Pero si estos sentimientos se prolongan en el tiempo, interfieren en tu funcionamiento diario, afectan a tus relaciones o te impiden disfrutar de las cosas, puede ser una señal de que necesitas ayuda profesional. El psicólogo puede ayudarte a identificar y manejar tus emociones, a cambiar tus pensamientos negativos y a encontrar soluciones a tus problemas.
– Si tienes algún trastorno psicológico: Algunas personas sufren de trastornos psicológicos como depresión, fobia, obsesiones, adicciones, trastornos alimentarios, etc. Estos trastornos se caracterizan por síntomas específicos que alteran el bienestar y la calidad de vida de la persona. El psicólogo puede diagnosticar y tratar estos trastornos con técnicas basadas en la evidencia científica y adaptadas a cada caso.
– Si quieres mejorar algún aspecto de tu vida: No hace falta tener un problema grave para ir al psicólogo. También puedes acudir si quieres mejorar algún aspecto de tu vida, como tu autoestima, tu comunicación, tu asertividad, tu motivación, tu rendimiento, etc. El psicólogo puede ayudarte a potenciar tus fortalezas, a desarrollar nuevas habilidades y a alcanzar tus metas.
– Si quieres prevenir futuros problemas: Ir al psicólogo no solo sirve para resolver problemas actuales, sino también para prevenir futuros. El psicólogo puede enseñarte estrategias para cuidar tu salud mental, para gestionar el estrés, para afrontar los cambios o para mejorar tu resiliencia. Así podrás estar preparado para los retos que te depare la vida.

Como ves, hay muchas razones para ir al psicólogo y muchas formas en las que puede ayudarte. No tengas miedo ni vergüenza de pedir ayuda cuando la necesites. Recuerda que el psicólogo es un aliado que te escucha, te comprende y te acompaña en tu proceso de cambio. En nuestro centro médico contamos con un equipo de psicólogos profesionales y cualificados que están a tu disposición. Si quieres más información o pedir una cita, no dudes en contactarnos. Estaremos encantados de atenderte. 😊


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03/Jul/2023

Los electrocardiogramas, también conocidos como ECG o EKG, son pruebas que se realizan para registrar la actividad eléctrica del corazón. Permiten detectar problemas cardíacos como arritmias, infartos, crecimiento de las cavidades cardíacas y efectos de medicamentos o dispositivos como marcapasos.

Los electrocardiogramas se realizan en reposo, por lo que el paciente debe estar tranquilo y no moverse durante el procedimiento. Se colocan electrodos en el pecho, los brazos y las piernas del paciente, que se conectan a un aparato llamado monitor Holter. Este aparato registra las señales eléctricas que se producen en el corazón y las muestra en una pantalla o en un papel.

Los electrocardiogramas tienen derivaciones, que son las medidas del voltaje entre dos electrodos. Cada derivación muestra una perspectiva diferente del corazón. Un electrocardiograma estándar tiene 12 derivaciones, que se obtienen con 10 electrodos.

Los electrocardiogramas son pruebas rápidas, indoloras y sin riesgos. Se pueden hacer en el consultorio de un médico, en una clínica o en un hospital. Los resultados se pueden obtener en el momento o después de un análisis más detallado.

Los electrocardiogramas son pruebas útiles para diagnosticar y controlar diversas enfermedades del corazón. Es importante que siga las indicaciones de su médico y que consulte ante cualquier duda o síntoma.


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03/Jul/2023

Las ecografías, también conocidas como ultrasonidos o sonogramas, son pruebas de diagnóstico por imagen que utilizan ondas sonoras de alta frecuencia para crear imágenes de órganos, tejidos y estructuras del interior del cuerpo. A diferencia de las radiografías, las ecografías no utilizan radiación, por lo que son seguras y no invasivas.

Las ecografías se pueden usar para diferentes fines, dependiendo del tipo de ecografía y la parte del cuerpo que se examine. Algunos de los usos más comunes son:

– La ecografía en el embarazo. Se usa para examinar al feto y obtener información sobre su crecimiento, desarrollo, salud y posibles anomalías. También permite confirmar el embarazo, verificar el número de fetos, estimar la edad gestacional y ver la posición y el tamaño de la placenta.
– La ecografía médica diagnóstica. Se usa para ver y obtener información sobre partes internas del cuerpo como el corazón, los vasos sanguíneos, el hígado, la vesícula biliar, la tiroides, los riñones, la vejiga y los órganos reproductores femeninos y masculinos. Permite detectar problemas como tumores, quistes, inflamaciones, obstrucciones, infecciones, aneurismas y malformaciones¹. También puede ayudar a guiar una biopsia o una punción.
– La ecografía de partes blandas. Se usa para examinar zonas superficiales del cuerpo como la piel, los músculos, los tendones, las articulaciones y las glándulas. Permite detectar alteraciones como hernias, lipomas, abscesos, bursitis y tendinitis.

Para realizar una ecografía, el paciente suele recostarse sobre una camilla y se le aplica un gel sobre la piel de la zona a examinar. El médico o el técnico mueve un pequeño aparato llamado transductor sobre la piel, que emite y recibe las ondas sonoras. Las imágenes se muestran en una pantalla y se pueden grabar o imprimir.

Las ecografías son pruebas rápidas, indoloras y sin riesgos ni complicaciones. Son muy útiles para diagnosticar diversas enfermedades y para hacer un seguimiento del estado de salud del paciente.


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03/Jul/2023

El cáncer de mama es un tipo de cáncer que se forma en las células de las mamas. Después del cáncer de piel, el cáncer de mama es el tipo más común diagnosticado en mujeres en Estados Unidos. El cáncer de mama se puede presentar tanto en hombres como en mujeres; sin embargo, es mucho más común en las mujeres.

El cáncer de mama puede comenzar en distintas partes de la mama. Las mamas constan de tres partes principales: lobulillos, conductos y tejido conectivo. Los lobulillos son las glándulas que producen leche. Los conductos son los tubos que transportan la leche al pezón. El tejido conectivo (formado por tejido fibroso y adiposo) rodea y sostiene todas las partes de la mama.

Los tipos más comunes de cáncer de mama son:

– Carcinoma ductal infiltrante. Las células cancerosas se originan en los conductos y después salen de ellos y se multiplican en otros tejidos mamarios. Estas células cancerosas invasoras también pueden diseminarse, o formar metástasis, en otras partes del cuerpo.
– Carcinoma lobulillar infiltrante. Las células cancerosas se originan en los lobulillos y después se diseminan de los lobulillos a los tejidos mamarios cercanos. Estas células cancerosas invasoras también pueden diseminarse a otras partes del cuerpo.

Existen otros tipos de cáncer de mama menos comunes, tales como la enfermedad de Paget, el cáncer de mama medular, el cáncer de mama mucinoso y el cáncer de mama inflamatorio².

El cáncer de mama puede causar diversos síntomas, como:

– Un bulto o engrosamiento en la mama que se siente diferente del tejido que la rodea.
– Cambio de tamaño, forma o aspecto de una mama.
– Cambios en la piel que se encuentra sobre la mama, como formación de hoyuelos.
– La inversión reciente del pezón
– Descamación, desprendimiento de la piel, formación de costras y pelado del área pigmentada de la piel que rodea el pezón (areola) o la piel de la mama
– Enrojecimiento o pequeños orificios en la piel que se encuentra sobre tu mama, como la piel de una naranja.

Si encuentras un bulto u otro cambio en las mamas, incluso si obtuviste resultados normales en una mamografía reciente, pide una consulta con el médico para que te evalúe de inmediato¹.

No se sabe con certeza qué causa el cáncer de mama, pero se han identificado algunos factores que pueden aumentar el riesgo, como:

– La edad avanzada
– Los antecedentes familiares o personales de cáncer de mama
– Los genes heredados que aumentan el riesgo, como BRCA1 y BRCA2
– La exposición a las hormonas femeninas, como el estrógeno y la progesterona
– El sobrepeso u obesidad
– El consumo de alcohol
– La falta de actividad física
– La radiación ionizante
– Algunos factores reproductivos, como tener el primer hijo a una edad avanzada o no tener hijos.

No todos estos factores se pueden modificar, pero hay algunas medidas que puedes tomar para reducir tu riesgo de cáncer de mama, como:

– Hacer ejercicio regularmente
– Mantener un peso saludable
– Limitar el consumo de alcohol
– Evitar o dejar el tabaco
– Amamantar a tus hijos si puedes
– Seguir las recomendaciones sobre las pruebas de detección temprana del cáncer de mama según tu edad y tu nivel de riesgo.

La detección temprana del cáncer de mama puede mejorar las probabilidades de curación y supervivencia. Las pruebas más comunes son:

– La autoexploración mamaria. Consiste en examinar tus propias mamas para detectar posibles cambios o anomalías. Se recomienda hacerla una vez al mes después de la menstruación o en una fecha fija si ya no tienes la regla.
– La exploración clínica de las mamas. Consiste en que un profesional de la salud examine tus mamas con las manos y observe si hay algún signo de alarma. Se recomienda hacerla al menos una vez al año a partir de los 40 años o antes si tienes antecedentes familiares de cáncer de mama.
– La mamografía. Consiste en una radiografía de las mamas que permite detectar posibles tumores o calcificaciones anormales. Se recomienda hacerla cada dos años a partir de los 50 años o antes si tienes antecedentes familiares de cáncer de mama o algún otro factor de riesgo.

Si se detecta alguna anomalía en las pruebas anteriores, se pueden realizar otras pruebas más específicas, como:

– La ecografía mamaria. Consiste en una prueba de imagen que usa ondas sonoras para crear una imagen de los tejidos internos de la mama. Permite diferenciar entre un quiste lleno de líquido y un tumor sólido.
– La biopsia mamaria. Consiste en extraer una muestra de tejido de la mama para analizarla al microscopio y determinar si hay células cancerosas. Se puede hacer con una aguja fina, una aguja gruesa o una cirugía menor.

El tratamiento del cáncer de mama depende del tipo, el tamaño, la localización y el grado de extensión del tumor, así como del estado general de salud y las preferencias de la paciente. Las opciones más habituales son:

– La cirugía. Consiste en extirpar el tumor y parte del tejido sano que lo rodea, así como algunos ganglios linfáticos cercanos. Puede ser una cirugía conservadora, que intenta preservar la mayor parte posible de la mama, o una mastectomía, que implica la extirpación total de la mama.
– La radioterapia. Consiste en aplicar radiación ionizante sobre el área afectada para destruir las células cancerosas que puedan quedar después de la cirugía o evitar que se diseminen a otras partes del cuerpo.
– La quimioterapia. Consiste en administrar medicamentos que atacan a las células cancerosas en todo el organismo. Se puede usar antes o después de la cirugía, según el caso.
– La hormonoterapia. Consiste en administrar medicamentos que bloquean la acción de las hormonas femeninas que estimulan el crecimiento de algunos tipos de cáncer de mama. Se suele usar después de la cirugía o junto con otros tratamientos.
– La terapia dirigida. Consiste en administrar medicamentos que se dirigen específicamente a ciertas características moleculares de las células cancerosas, como el receptor HER2, que está presente en algunos tipos de cáncer de mama.

El pronóstico del cáncer de mama depende del estadio en el que se encuentre la enfermedad, es decir, del tamaño y la localización del tumor y si se ha diseminado a otras partes del cuerpo. También influyen otros factores, como el tipo y el grado del tumor, el estado hormonal y genético, la edad y el estado general de salud de la paciente.

En general, cuanto más temprano se detecte y se trate el cáncer de mama, mejores son las posibilidades de curación y supervivencia. Según datos estadísticos, el porcentaje de mujeres que sobreviven al menos cinco años después del diagnóstico es del 90% para el estadio I, del 66% para el estadio II, del 41% para el estadio III y del 15% para el estadio IV.

El cáncer de mama es una enfermedad grave que afecta a millones de mujeres en todo el mundo. Sin embargo, hay esperanza gracias a los avances en la prevención, la detección y el tratamiento. Es importante que cuides tu salud mamaria y consultes con tu médico ante cualquier duda o cambio que notes en tus mamas.


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